sábado, 5 de abril de 2008

Aquí adentro.



Al llegar a su casa, lo sorprendió el espejo del recibidor. Se detuvo un momento a ver su rostro. Se dio cuenta que había pasado el tiempo. Habían sido diez años de educación superior, su corazón se había roto y zurcido muchas veces, sus cabellos eran menos y había perdido algunos kilos en el camino.


Sus ropas habían cambiado: había remplazado la mezclilla por el algodón, las playeras por las corbatas y sacos. Ayer se preocupaba por qué haría el viernes por la noche, hoy por cómo iba a pagar el coche. Sus pensamientos, otrora llenos de fantasías y surrealismos, hoy estaban llenos de grises cuerpos inhertes y el agobio de los días cansados.


Se acercó un poco más al espejo y en sus ojos finalmente lo pudo ver. Seguía intacto bajo capas y capas de tiempo.


Iluistración de René Magritte "El Espejo Falso"

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