Cuando sonaron las cinco de la tarde de aquél día, se despidió de sus entrañables compañeros de trabajo, tomó sus cosas ya guardadas en una caja de cartón y salió de la oficina con dirección a su casa. Llegó y se sentó en su amplio sofá de cuero, miró a su alrededor y vio todo como lo había soñado alguna vez a sus 22 o 23 años. La casa de sus sueños era ahora una realidad. Sin embargo, miró sus manos y encontró las marcas inevitables de las arrugas, su cuerpo, que otrora fuera objeto de obsesiones y bajos deseos, ahora era un aparato impertinente y de mal aspecto. Al tocarse la cara descubrió que el tiempo había jugado rudo y al ver el almanaque de la cocina se dio cuenta del precio de todo aquello. . . gotas de su sudor, horas y horas de su tiempo, su propia belleza y toda su juventud.
Ilustraciones de Remedios Varo Creación de las Aves (superior izquierdo) y Consumo de las Aves (inferior derecho)