jueves, 6 de abril de 2017

Tuya





Sigo siendo tuya,
aunque tus labios no invoquen mi nombre,
aunque tus yemas no toquen mi piel
ni tu indiferencia me observe.


Sigo siendo tuya,
yerma mi existencia, yerma mi alma,
en medio de la vacuidad te observo
y seca muero mil veces sin morir.


Sigo siendo tuya,
en las noches que cobijan mi frío lecho,
en las tardes taciturnas que me arrollan
y en el fulgor matutino que me insulta.


Sigo siendo tuya.



martes, 9 de septiembre de 2014

Ya







No puedo ser yo
quien aparte de tu boca ese aliento
de vieja sal, azufre y arena
que te hace volar igual que el viento.



No soy yo
quien quiera llevar agua a tu estéril pecho
quien se funde en expectativas y desconcierto
ante tanto daño que hoy me has hecho.



Y aquí estoy yo
viviendo la agonía tu insólito silencio
mientras las lluvias de septiembre me recuerdan
las promesas hoy huecas que frente a mí agonizan.



Ya no puedo
tolerar tu mediocridad voluntaria,
soportar los problemas a cuestas
y pagar encima el precio de tu osadía.



Soy yo
quien se consume día con día
quien lucha a dientes y garras
quien se sienta a llorar.



Así yo por las noches
sacudo los últimos resquicios de tu humor
limpio mis sábanas de tu tacto
y barro las cenizas de tus destrozos.



Porque tu quizá nunca podrás
encontrar un hogar sin ansiedades
dejar de vagar por el mundo sin rumbo
y hacerte cargo de los despojos que dejas.

jueves, 6 de junio de 2013

Tus Ojos.









Tus ojos son lluvia
que cae del cielo a raudales
que pertinaces fluyen
que en mi pecho se tatúan verticales.

Tus ojos son semilla
que de la tierra fértil se aferran
que en una pradera se convierten
que se expande y a mi vista se soterra.

Tus ojos son fuego
que se enciende de noche
que de madrugada se consume
y que al alba trasiego.

Tus ojos son míos.

domingo, 21 de abril de 2013

La ciudad en el balcón.



Tenemos la ciudad en el balcón
y la ciudad no sabe
que celadores somos de sus noches
que le hemos robado la primavera.

Tenemos la ciudad en el balcón
y la ciudad no sabe
de nuestras pláticas y risas a las cuatro de la mañana
sentados a un costado del Museo de Historia Mexicana.

Tenemos la ciudad en el balcón
y la ciudad no sabe
que robamos los destellos de las calles del Barrio Antiguo
mientras caminamos de noche de regreso a casa.

Tenemos la ciudad en el balcón
y la ciudad no sabe
que con pasión nos besamos
en algún rincón obscuro del Santa Lucía.

Tenemos la ciudad en el balcón
y la ciudad no sabe
del sabor a tequila de tu boca
y del cítrico olor de tu cuello.

Tenemos la ciudad en el balcón
y la ciudad no sabe
que en silencio nos hablamos en la embriaguez de la madrugada
y con los ojos nos acariciamos.

Tenemos la ciudad en el balcón
y pobre ciudad que no sabe
que le hemos robado sus noches
y que su bullicio mengua en nuestra cama.

domingo, 17 de marzo de 2013

Confesiones



Me gusta imaginar que te conozco de antaño
que en las formas definitivas de tu pecho pasé los años inquietos de la adolescencia
que ahora que nos encontramos en la víspera de los treinta
no somos más que viajeros del pasado que en la terminal coinciden.

Me gusta imaginar que me buscas de noche
en la hoguera de tu vientre inquieto
en el susurro tenue de tu vigilia
mientras los gatos nos arrullan  y te tapas con mis brazos.

Me gusta imaginarme tuyo
cuando lamen tus manos mi cara
cuando por la mañana tus labios me despiertan
y cuando en complicidad nuestros ojos se encuentran.

Me gusta dormir a tu lado
hasta que de madrugada rompemos la tregua
hasta que el insulto del sol del domingo nos despierta aún cansados
hasta cuando te vas y dejas tu esencia olvidada.

miércoles, 9 de enero de 2013

Estos despojos que dejas


Quédate con mis frías madrugadas
que arrullan tu pertinaz ausencia,
que sonámbulas te invocan,
que tu silueta a trasluz inmolan.

Quédate con mis tardes de junio
que sedientas de tí agonizan,
que craquean la epidermis en melancolía,
que tus ojos hacen brillar ante el destello.

Quédate con esta sangre de mis venas
que se excita y se calma a tu merced,
que recorre con el desdén el corazón
que a tu olvido se incinera en angustias.

Quédate por último con este amor
que ante tí grita y se desgarra
pero tus oídos no pueden escuchar
porque este amor celador mío, de nada te sirve.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Vacuidad.



Triste vacuidad que quema
que derrite mis días y se diluye en la ansiedad
arde en el pecho y sale por la garganta en forma de sollozo
incinera los vestigios de tu mirada ausente.

Triste vacuidad que susurra
que al oido me dice no vuelves más
arrulla mis noches de insomnio
mientras el tren de las tres de la mañana rompe con el letargo.

Triste vacuidad que enfría
que congela de raíz la profundidad de cualquier sentimiento
sopla a través de las ventilas del pecho
cruel y calculadora vacuidad que escarcha el tacto de tus manos.

Triste vacuidad que llora
que las lágrimas erosionan la tierra
y buscan desesperadas la salida al mar
y los atardeceres de julio que te llevaste bajo el brazo.

Triste vacuidad que fastidia
que el chasquido de mis dientes amenaza
correr cinco kilómetros no es suficiente
que se devora la vida, y se almacena y no cede.