miércoles, 26 de marzo de 2008

El día que despertamos al gigante.


Aquella mañana se tornó de pronto obscura. . . todos pudimos escuchar el estruendo de sus pasos. Unos se lamentaron y otros se quedaron atónitos, pero todos habían sido advertidos acerca del gigante.
No se debe morder la mano que te alimenta. . . el suelo es rencoroso, las aguas traidoras y el cielo, en ocasiones, puede tornarse iracundo. El gigante es noble en tanto no se sienta agraviado, suele ser paciente hasta el cansancio. . . pero aquella mañana su paciencia llegó al límite.
Una vez que el gigante despierta, tarda mucho en recuperar el sueño.
Ilustración El Coloso de Francisco José Goya.

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