Lo supe ese día.
Había encontrado lo que perdí tiempo atrás,
¡una moneda con la cara del sueño!
Y supe de repente que ya no dormiría,
que viviría atrapado entre el hambre y la vigilia,
que vagaría borracho entre los bares de la suerte.
Así fue como encontré aquello
que ya no me pertenece
y lo cambié por un plato de spaghetti
un bolillo caliente y un vaso de agua fría.
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